¿Qué es celebrar la fe?
“Un espacio y un tiempo diferentes”
Celebrar es una dimensión propia de la vida de las personas humanas y uno de los momentos en que más se pueden expresar como tales.
La vida transcurre muchas veces en medio de acontecimientos rutinarios que ocupan casi mecánicamente las horas y los días. Pero es también la oportunidad para que se den otros acontecimientos, buscados expresamente o simplemente inesperados, capaces de romper esa rutina y hacer que se les dedique un tiempo especial para “celebrar”. La diferencia entre unos y otros no está tanto en la actividad o en lo que se realiza, sino en la forma y en el sentido con el que se viven. Son esencialmente significativos no porque sean distintos a los de todos los días, sino porque se los vive de una manera diferente.
Esta realidad tan cotidiana ayuda a descubrir el valor de saber detenerse para generar un tiempo distinto al de la rutina diaria, un tiempo para gozar más intensamente de la vida y sus situaciones, realidad que, si bien se puede experimentar en las actividades de cada día, se hace más palpable en esos momentos especiales. Celebrar es disponer de un tiempo y de un espacio para que, a través de gestos, signos, palabras y actitudes, un acontecimiento se haga realmente vital.
Celebrar la fe es disponer de un tiempo y un espacio para encontrarse con Dios y con la vida que él ofrece, para renovarse, entusiasmarse y sentir emoción religiosa. Seguir a Jesús no consiste en saber mucho de él y de su Evangelio, es necesario experimentar su presencia y entrar en relación con su persona viva. La celebración es tiempo privilegiado en que el Señor se hace presente.
Es una relación que posibilita el crecimiento personal y espiritual de las personas, para propiciar una respuesta creyente. Se puede concretar mediante una serie de rasgos que lo definen:
• Es un proceso. El proceso de guiar y cuidar, estando “al lado” de las personas no como quién dirige, sino como quien ayuda, habiendo hecho uno mismo el propio proceso. Se orienta a la realización plena de la persona.
• Es una ayuda dada por un cristiano a otro, para que pueda descubrir la presencia y acción de Dios en su vida.
• Es un encuentro personal en la fe que hace posible que la persona pueda leer su propia vida, como historia de salvación.
• Es una oportunidad para personalizar la fe, descubriendo el proyecto singular que Dios “sueña” para cada persona.