La misión de un educador desde la esencia de la inclusión: Innovar para diversificar, diversificar para avanzar

Un grupo de docentes de los colegios Spínola ha dado respuesta a la pregunta: ¿Cuál es la misión de un educador desde la esencia de la inclusión? En una formación para los profesores de los colegios Marcelo Spínola (Jaén) y La Asunción (Montilla), el 7 y 8 de septiembre, hemos trabajado la Personalización del Aprendizaje para la Inclusión Educativa. En este sentido, el testimonio tras la experiencia compartida, es que se nos invita a innovar para diversificar, diversificar para avanzar. 

TRABAJANDO LAS HERRAMIENTAS DE PERSONALIZACIÓN DEL APRENDIZAJE

En esta formación hemos profundizado sobre ciertos fundamentos teóricos esenciales relacionados con la personalización del aprendizaje, así como en la adquisición de diversas estrategias para desplegar con los alumnos. De esta manera, nuestros educadores han vivido de primera mano cómo analizar a su alumnado desde un punto de vista emocional, trabajando sobre herramientas tan potentes como el método RULER para tomar conciencia del estado anímico del grupo clase antes de comenzar una sesión, descubriendo cómo conectar con las emociones a través de una rutina de aula secuenciada, o aprendiendo a confeccionar un perfil de aula.

DISEÑO UNIVERSAL DEL APRENDIZAJE (DUA) 

En lo concerniente al análisis más profundo y personalizado de la realidad de cada alumno, nuestros docentes han ahondado en diferentes aspectos ligados al Diseño Universal del Aprendizaje, consolidando fundamentos tan cruciales como el Ciclo del Aprendizaje de Kolb, el desarrollo de Estaciones de Aprendizaje, e incluso la programación multinivel, recurriendo como en tantas ocasiones a la taxonomía de Bloom. Además, también se abordaron diferentes herramientas de evaluación formativa, como el sencillo, pero altamente efectivo, “ticket de salida”.

Finalmente, como no podía ser de otra manera, el equipo formador ha aportado diferentes recomendaciones y estrategias para relacionar todo lo aprendido con el nuevo guion que deberá marcar nuestro día a día en el aula actualmente: las situaciones de aprendizaje.

En definitiva, ha sido una experiencia especialmente enriquecedora desde ambos puntos de pista: en lo profesional, por tantas y tan interesantes estrategias innovadoras adquiridas, y, por encima de todo, en lo personal, por haber compartido una experiencia de aprendizaje con compañeros de un centro con el que compartimos carisma, creando sinergias que serán, sin lugar a dudas, los pilares de una colaboración constante y de confianza en un futuro.

SEMBRANDO LOS CIMIENTOS DE UN HERMANAMIENTO 

Desde el aspecto organizativo del curso, ha sido clave el hecho de realizar cada jornada en uno de los centros (jueves en Jaén y viernes en Montilla), puesto que ambos claustros de profesores han podido actuar como invitados y como anfitriones, creando lazos entre compañeros y sembrando los cimientos de un hermanamiento que seguro será próspero y productivo a corto, medio y largo plazo.

Por otro lado, el equipo organizador ha planteado la formación de una forma especialmente original, ya que se ha otorgado al profesorado un rol diferente cada día: en la primera jornada, vivieron la actividad desde una perspectiva de estudiantes, mientras que el segundo día la experimentaron con la perspectiva de educadores. Dicho de otra forma, primero se pusieron en los zapatos de sus propios alumnos y, una vez adquirida la dosis de empatía necesaria, empezaron a diseñar estrategias pedagógicas como docentes.

CONSTRUIR SUS PROPIAS PUERTAS, PARA QUE APRENDAN A BAILAR BAJO LA LLUVIA

Como conclusión final, al reflexionar sobre los dos días compartidos, se pueden destacar dos frases célebres. En primer lugar, aquella en la que la escritora Sherrilyn Kenyon afirmaba que “no se trata de encontrar refugio en una tormenta, sino de aprender a bailar bajo la lluvia”, y, en segundo lugar, la frase en la que el fallecido actor Milton Berle defendía, en clave de humor, que “si la oportunidad no llama a tu puerta, construye una puerta”. Y es que, si pensamos en la esencia de la inclusión, nuestra misión como educadores es precisamente esa: ayudar a nuestros alumnos a construir sus propias puertas, para que aprendan a bailar bajo la lluvia.

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