Celia, un amor apasionado al corazón de Cristo
El papa Francisco firmó el 28 de octubre de 2020 el decreto que reconoce las virtudes heroicas de Celia Méndez y Delgado (sierva de Dios cuyo nombre religioso es María Teresa del Corazón de Jesús). Celia, que ya era sierva de Dios, pasa a ser venerable.
Celia Méndez y Delgado nació en Fuentes de Andalucía (Sevilla), el 11 de febrero de 1844. Contrajo matrimonio a los 17 años con Paulino Fernández de Córdoba y Vera de Aragón, Marqués de la Puebla de Obando. Se quedó viuda a los 30 años, a partir de lo cual busca una motivación y dar un giro a su vida. Por ello, decide ir a la parroquia de san Lorenzo, donde habla con Marcelo Spínola.
Con su ayuda y la de sus hermanas: Soledad y Rosario, y Emilia y Asunción, montan en 1876 una especie de colegio de niñas en el que se convertirán en profesoras improvisadas: la Escuela de la calle Cantabria para Niñas Pobres. Junto a Marcelo emprende un camino de búsqueda que en 1885 los lleva a fundar las Esclavas del Divino Corazón en Coria, Cáceres. En una sociedad en que no existe la preparación para la mujer, la Congregación se centra en favorecer su educación en todos los estamentos sociales de la época. Abren el primer colegio en Málaga, para después continuar con diversas fundaciones en distintos puntos de Andalucía.
En 1893 inauguran casa y colegio en Ronda, en 1896 en Corte Concepción, Huelva y en 1899 en Moguer… El mismo año de 1899 las Esclavas se instalan en Sevilla y en 1903 en Linares. En 1907 hay un intento de fundación en Murcia que no llega a consolidarse. Tras años de infatigable trabajo y dedicación a estas fundaciones, muere Celia Méndez en Sevilla el 2 de junio de 1908.
Celia como mujer
Celia Méndez era una mujer de gran temperamento, clara inteligencia, decidida y de firme voluntad. Sincera, espontánea, generosa, respetuosa con todos, humilde, sacrificada, caritativa, llena de bondad. Pertenecía a la alta sociedad sevillana y a los 17 años contrae matrimonio con D. Paulino Fernández de Córdoba, Marqués de la Puebla de Obando. Alternó dentro de la sociedad que le correspondió vivir, dentro de su arraigada fe cristiana. Y de sus 12 años de matrimonio pudo decir: “He gozado de cuanta felicidad ofrece la tierra”. En su madurez, se vuelve una mujer a quien el dolor de la muerte de su marido le abrió el horizonte de un Dios que se le presentaba como Amor Absoluto. Que fiel a su llamamiento lo dejó todo para seguirlo. Y que pudo afirmar con verdad: “nunca ha vacilado en preferir a Dios”.
En su nuevo camino, vivió enamorada de lo que Dios quería. “Ayer oí una jaculatoria que expresa lo que deseo; dice: Voluntad de mi Dios, yo te amo; desde entonces la he repetido hasta en sueños”, decía. Buscó apasionadamente el querer de Dios. Lo cumplió amorosamente en toda circunstancia, en todo momento, con creciente fidelidad, con renovada ilusión.
Hoy perdura el ejemplo de su vida entregada a Dios y a los hombres con generosidad, amor y deseo de comunicar a todos la Buena Noticia del Evangelio. Su espiritualidad, manifestada en el amor a Jesucristo, reflejada en su obra y en sus escritos, su comprensión y caridad con todos, su búsqueda incansable de la voluntad de Dios… La Congregación de Esclavas del Divino Corazón, obra que llevó a cabo con el Beato Marcelo Spínola y Maestre, es la expresión de su celo por la educación cristiana de la juventud. Miles de jóvenes participan de su obra y su espiritualidad.
“Nací para ser esclava”
Celia Méndez y Delgado, una mujer que lo tuvo todo y lo dejó todo para vivir en sencillez y pobreza. Y no por desprecio a los bienes de este mundo: fue la irrupción del Dios Amor en su vida, riqueza absoluta, ante la cual todo lo demás palidece. La que era señora se convierte en sierva, en esclava. La que en otros tiempos fue servida por muchos, dedicó su vida al servicio de todos con humildad y sencillez. “Servir es reinar”: es el lema de la Congregación que funda con el Beato Marcelo Spínola. “Nací para ser esclava, y no he estado en mi centro hasta que ceñí la cadena”, dijo.
La personalidad de Celia Méndez, su firme voluntad, su capacidad de decisión, una tenacidad que no se arredra ante las dificultades y obstáculos que echarían para atrás cualquier proyecto que no fuera de Dios, unido al mayor sometimiento de su voluntad, a una total obediencia y una gran humildad de corazón, hicieron posible el nacimiento de la Congregación.
Lo testifica el propio Don Marcelo: “No es usted impedimento para la obra que llevamos entre manos; es usted, por el contrario, su alma. Bien puede decirse que yo, sin usted, nada hubiera hecho”. En el espíritu contemplativo fue Celia Méndez maestra y modelo: “Me colocaba a los pies de Nuestro Señor, como un perro a los de su amo, atento y dispuesto a obedecer al menor signo”. “Me es muy fácil recogerme y cerrando los ojos, me encuentro muy cerca del altar, con mi corazón delante de la puerta del Tabernáculo. Casi nunca digo nada, solo de vez en cuando, con el corazón y hasta con los labios digo: “Dios mío, que se haga tu voluntad, lo que quieras, como quieras y cuando quieras, y aunque tenga alguna petición particular que hacer, nada puedo pedir y me contento con presentársela añadiendo: que se haga según tu voluntad”.
Celia, modelo de vida
Pero si de algo es modelo Celia, si algo la caracterizó y lo transmitió carismáticamente a la congregación fue su adhesión a la voluntad de Dios: “Fíat, hágase en mí lo que tú Señor quieras, siempre y en todo” Esa fue la música de fondo de toda su vida. Esto la llevó a un abandono absoluto en Sus manos, a una confianza ilimitada en el Corazón del Señor, como María cuando ante el anuncio del ángel que le transmitía de parte de Dios tan tremendo Misterio, se fio, se abandonó y pronunció su fiat, hágase.
Al quedarse viuda, Celia se asoció a las conferencias de San Vicente de Paúl para socorrer a pobres y desvalidos. También trabajó en el Asilo de Huérfanas fundado por don Marcelo Spínola, donde instruía en el Catecismo. En Puente Genil, tras vencer grandes dificultades y después de un año de trabajo, estableció las Conferencias de San Vicente de Paúl. Celia Méndez, tras fundar la Congregación de Esclavas del Divino Corazón, ya convertida en Madre Mª Teresa del Corazón de Jesús, inculcó en sus hijas, con su palabra y sus hechos, su celo apostólico, el deseo ardiente de dar a conocer a Jesucristo y las grandezas de su corazón a todos los hombres a través de la educación de niños, jóvenes de toda clase y condición social.
Funda colegios, se interesa por el adelantamiento de las niñas, pero se inclina especialmente por las niñas más pobres, a quienes visitaba con frecuencia y cariño. Decía: “Sepan que por estas niñas bendice el Señor la casa”.
Camino a los altares
En 1939 – 19454 se abrió un primer proceso de canonización y ya en 1994 se inició de forma definitiva como
Proceso Histórico por el tiempo que había pasado desde su muerte (en 1908). Las fases que siguió fueron:
Fase diocesana.
- Apertura del proceso (8-2-1994)
- Clausura del proceso (8-12-1995)
Fase Romana
- Aprobación del Proceso Diocesano (27-9-1996)
- Aprobación de la Positio por parte de la comisión histórica (3-12-2002)
- Voto unánime y favorable de la Comisión teológica (5- 2-2019)
El 27 de octubre de 2020 el Papa Francisco autoriza a la Congregación para la Causa de los Santos a que promulgue el Decreto declarando la Heroicidad de sus virtudes. La iglesia, al declararla venerable, reconoce oficialmente que Celia Méndez y Delgado, Madre Mª Teresa del Corazón de Jesús, Esclava del Divino Corazón, ha sido una cristiana ejemplar y excepcional, ha practicado las virtudes en grado heroico.