Cinco escuchas para acoger la llamada de Dios
Para acoger la llamada de Dios y poder ser respuesta suya es preciso entrenarse, hoy en día, al menos, en cinco escuchas específicas:
- La primera es la de nuestro propio corazón, es decir, a ese espacio interior en el que habitan nuestra conciencia ética, nuestros valores más queridos, nuestros sueños más valiosos, la conciencia de nuestras mayores cualidades y capacidades. En el corazón se encuentran nuestros anhelos más radicales y el tesoro que todos somos en nuestra originalidad única. Como decía El Principito: “Solo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos”. Y nuestro corazón está habitado por el Espíritu de Dios.
- La segunda escucha sería a la Palabra de Dios. Para los cristianos las Escrituras son una especie de mapa para identificar el proyecto de Dios para la humanidad o como una linterna que nos permite descubrir los caminos que llevan a la verdadera vida (Jn 14: 6) cuando hay tantos otros que parecen más atractivos pero que llevan, finalmente, a un destino mediocre o fallido. Son testimonio histórico, de que Dios nos acompaña amorosamente en la existencia, invitándonos a vivir como su Hijo.
- La tercera podría centrarse en observar los lugares en los que la fraternidad humana y la justicia se encuentran amenazadas o, por el contrario, se están haciendo realidad. Hoy como hace unos 3.500 años, en el Éxodo, Dios “escucha el clamor de su pueblo” (Ex 3: 7). Hoy, como en el pasado, sueña con que todas las naciones se reúnan pacíficamente para compartir “un festín de manjares suculentos” (Is 25: 6), que las “espadas se tornen arados y las lanzas podaderas” (Is 2 :4). Dios cuenta con nosotros para esta tarea.
- La cuarta tarea consistiría en escuchar a la hermana madre Tierra de la que formamos parte. Porque hemos recibido la Naturaleza como un hermoso regalo y tenemos la tarea de cuidarla. La vida es un milagro que se desarrolla en el contexto de equilibrios ecológicos muy frágiles que la humanidad amenaza con romper. Nuestros modos de producir y consumir son insostenibles y analizarlos para modificarlos profundamente constituye quizá la tarea más importante de las nuevas generaciones.
- Por último, la escucha debería ser particularmente atenta a la situación de lo pobres, los preferidos de nuestro Dios. Como señalan con extrema claridad la parábola del “buen samaritano” (Lc 10, 25-37) o la del “juicio de las naciones” (Mt 25, 31-47). Los pobres, los enfermos, los tristes, los marginados, los excluidos, los inmigrantes, los oprimidos, fueron, sin duda, los preferidos de Jesús. Sus seguidores estamos llamados a ser “amigos” y “aliados” de quienes padecen cualquier tipo de vulnerabilidad.
Seguiremos explorando a fondo nuestro lema “Somos respuesta de Dios” a través de nuevas reflexiones de Pedro Gómez.
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