Las cuatro cosas más positivas que hemos aprendido durante el confinamiento

La amenaza de una pandemia con un virus desconocido, la prohibición de poder salir y entrar con libertad, las restricciones de contacto con otras personas, la incertidumbre sobre la economía y el empleo, la presión por la educación de los hijos… todo esto que ha interrumpido en nuestra vida cotidiana para ocupar el centro nos ha dado la oportunidad de parar. En este tiempo difícil, la práctica de mindfulness, o atención plena, es una de las herramientas que nos ha proporcionado las cuatro cosas más positivas que podíamos aprender de esta cuarentena.
Cuando resulta casi imposible no pronunciar “coronavirus” en una conversación o desviarlo de algún pensamiento, ejercitar la mente para tener una atención plena a nuestras emociones resulta vital, especialmente cuando todo lo que vemos, escuchamos e, inevitablemente, pensamos es negativo. Con la práctica de mindfulness se presta atención al momento presente, pensando en el aquí y el ahora para ayudarnos a aceptar la realidad. De este modo se evita mirar con melancolía al pasado: ¡qué bien estábamos! Y también hacer previsiones sobre el futuro: ¿Cómo estaremos?
El mindfulness nos ayuda a estar preparados para responder de manera eficaz a situaciones del presente, a mantener una actitud abierta y ecuánime ante los cambios. Pero ¿qué hemos aprendido con las prácticas de mindfulness esta cuarentena?
- Objetividad. Lo que está pasando es algo concreto del ahora sobre lo que no debo hacer un juicio ni una previsión, sino tomar distancia. Me reconozco a mí, en mis sensaciones, en mis emociones. Reconozco lo que hay alrededor, interactuando conmigo, lo experimento. Solo me centro en vivir la experiencia.
- Aceptación. Ni los malos momentos son eternos, ni tampoco los buenos. Reconocemos lo que está sucediendo y no tratamos de intervenir o luchar contra ello. No nos apegamos a las cosas buenas que pasaron ni nos preocupamos por los problemas que vendrán.
- Gratitud. El mindfulness es el punto de partida de la gratitud. Observándonos a nosotros mismos y nuestro alrededor, somos capaces de descubrir lo valioso que poseemos, incluso en una situación difícil o dolorosa. Agradecer implica reconocer lo positivo presente, y detectar esto solo es posible mediante la conciencia plena.
- Compasión. Cuando me reconozco a mí mismo, acepto mi entorno y valoro lo que poseo, miro a los demás con mayor empatía y apertura. Desde mi visión, llena de honestidad, me muestro amable hacia el otro y me comprometo a acompañar sus sentimientos.
Estos son cuatro aprendizajes que podemos hacer en este confinamiento, al margen de las clases de cocina, los entrenamientos de salón o los maratones de series y películas. Este trabajo con el interior además de ser beneficioso ahora, será también un valor añadido de ahora en adelante.
En el proyecto educativo de los centros de la Fundación Spínola se incluye el desarrollo de la competencia espiritual con prácticas de mindfulness. Entendemos que la inteligencia espiritual nos permite sentirnos parte integrante de un todo, eliminar barreras y captar lo esencial. Y por tanto, es necesaria una educación de la inteligencia espiritual porque su competencia nos da la capacidad de construir la propia identidad personal y descubrir el sentido de la vida. Esta competencia espiritual es suelo para crecer en la experiencia de fe que siempre está en nuestro horizonte para todos: la experiencia de encuentro profundo con el amor personal de Jesucristo. Te invitamos a conocer más sobre nuestro proyecto educativo.