En la familia Spínola trabajamos para cuidar la vida

Adéntrate en el primer Encuentro de Familia Spínola que hemos vivido
Con la llegada de septiembre y el comienzo de un nuevo curso se retoman las actividades con las que compartimos, nos enriquecemos y planificamos desde los diferentes grupos que formamos esta comunidad. Nuestro calendario ha comenzado con el Encuentro de Familia Spínola. Toda una riqueza poder encontrarnos tanto con los que repiten como con tantos rostros de las nuevas generaciones, que son savia nueva en este árbol de profundas raíces que es el de la Familia Spínola. Es, en particular, de agradecer la presencia casi en pleno del Gobierno General; sabiendo todos cómo están sus calendarios y agendas, siempre es un lujo poder compartir con ellas y contagiarnos de su cercanía, humildad y sencillez, que siempre son testimonio para todos.
Como viene siendo costumbre, la temática ha versado sobre el lema y el objetivo de este curso académico: Movemos ficha, movemos todo; una ocasión única para trabajar nuestro compromiso personal y comunitario para con el cuidado de la Casa Común bajo el lema Cuidamos la vida.
Tras el mágico momento de los besos y abrazos propios de la alegría del reencuentro con otros miembros de la Familia, comenzábamos el viernes con un minuto de silencio por la crisis ambiental que está sufriendo el mundo y el gesto de pasar de madres a hijos un molinillo de viento verde como símbolo del legado ecológico que les dejamos. Luego, iniciamos una divertida velada dinamizada por Pedro y Marina, en la que tuvimos la oportunidad de mezclamos y reírnos mucho de la mano de un dado gigante que nos hacía ir de prueba en prueba moviendo ficha.
El sábado nos pusimos en marcha hacia el Monte de la Cruz, donde pasamos la mañana rodeados de naturaleza, con vistas al embalse de Aracena, y trabajando la mirada, la perspectiva… Cómo nos mira Dios; cómo mirar la vida. Una mañana para disfrutar del sol, del camino, de la belleza del paisaje, y para descubrir el mundo, nuestra realidad, de otra manera.
Ya de vuelta, por la tarde, en grupos de edades heterogéneas, leímos y compartimos impresiones sobre el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación. Un texto revelador que nos removía al tiempo que nos invitaba a la oración y a la acción. Acompañados del olor y el sabor del café, este rato, que fue rico en hondura y en el compartir, nos movilizó por dentro a todos.
Después de la merienda, animada con la alegría de los niños correteando por la cancha pidiendo que alguien los balanceara en los columpios y de las canastas de los más jovencitos y no tan jóvenes que se atrevieron a echar un partido de baloncesto, tuvimos una oración de manifiesto. Con el Señor expuesto sobre un precioso mantel con un mapa del mundo, contemplábamos a Jesús, aprendiendo y dejándonos llenar por su modo de cuidar la vida, descubriendo que todo está conectado, que todo es regalo de Dios, y que Él siempre supo aproximar su corazón al mundo con cariño, ternura y misericordia.
Terminamos el día con una velada que nos dejó a todos con la boca abierta; todo un derroche de creatividad, trabajo bien hecho, y puesta en escena. La comunidad laica de Madrid nos preparaba un escape room, en que un agente del “Ministerio del Tiempo” nos solicitaba descubrir, resolviendo enigmas por todos los espacios de la casa, jardines y la antigua comunidad, una fecha clave para la historia de la Congregación: el día, mes y año de la entrada al seminario de nuestro Padre Fundador, Marcelo Spínola.
Tras el merecido descanso de la noche, llegamos al domingo. En el salón nos esperaban, colgados por las paredes, múltiples carteles con mensajes de concienciación y consejos prácticos para una vida más sostenible. Carteles que, en no pocos casos, nos interpelaban al descubrir nuestro mayor o menor grado de desconocimiento sobre el tema y algunos errores cotidianos que cometemos en lo que respecta al consumo responsable.
Al hilo de todo esto, Spínola Solidaria hizo un llamamiento a la participación en el voluntariado internacional, pero también un llamamiento a concienciarnos sobre la importancia de un voluntariado transformador, consciente, respetuoso, humano… lejos del erróneo concepto paternalista, asistencialista y –por qué no decirlo– postureísta. Una llamada al sentido común, a no perdernos en la paja, sino ir al grano: a cuidar la vida. A la luz de lo visto y comentado, una última dinámica para aterrizar todo esto en nuestra vida diaria: una suerte de tablero del juego de la oca –cuyo transcurso representa el devenir cotidiano– en que cada casilla nos invita a imbricar, con nuestra rutina habitual, nuestro compromiso por cuidar la vida en distintos ámbitos: en la Casa Común, con la familia, con los amigos, en nuestros lugares de trabajo o estudio, en nuestra fe y nuestra relación con Dios, y con nosotros mismos. Luego, compartimos estos compromisos agrupados por edad, y, sin duda, escuchar las propuestas de unos y otros fue una experiencia enriquecedora hasta tal punto que algunos decidimos crear un grupo de WhatsApp para seguir compartiendo nuestras distintas maneras de cuidar la vida.
No cabe duda del paso del Señor por este encuentro, del que partimos cada uno con una nueva mirada hacia la vida y un compromiso sincero, consciente y renovado por cuidarla. Ahora es nuestro turno:
¡Movamos ficha, movamos todo!
Reyes Palma y Ale Ronda
Galería con algunos de los mejores momentos
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