Durante la Jornada Mundial de la Juventud pude “ver con mis propios ojos la globalidad de la Iglesia”
En estos días se celebró la Jornada Mundial de la Juventud, un encuentro convocado por el Papa Francisco al que asistieron jóvenes de todo el mundo. La familia Spínola realizó una convivencia los días previos en Coria (Cáceres) en la que conectaron con las raíces de la Congregación a través de la memoria de los fundadores. Después estos jóvenes se unieron a otros de la Diócesis Cáceres – Coria para vivir los días de las jornadas en Lisboa.
Conoce en profundidad la experiencia por medio del testimonio de una de los jóvenes participantes:
Siempre hemos hablado de la importancia de vivir la fe en comunidad, el salir, romper la burbuja en la que estamos encerrados y mirar. El Papa dice: “Los cristianos están llamados a vivir la fe, no individualmente o en aislamiento, sino en comunidad, como un pueblo amado y querido por Dios”. Para mí ha sido un poco eso, el ver con mis propios ojos la globalidad de la Iglesia. Gente diferente, preocupaciones, estilos de vida, idiomas y costumbres, pero con Jesús como razón de ser.
El ver que la Iglesia está viva, que forma parte de la sociedad y que se influyen de manera recíproca. Me gusta pensar que la Iglesia avanza, es crítica y crece de forma humana. Creo que es fruto de una comunión con el momento social que vivimos.
Así como se absorben cosas buenas, en algún momento he sentido la polarización social reflejada en los jóvenes cristianos. Frente a esto me quedo con tantos momentos de fraternidad (que son muchos más), de sonreír al de enfrente, chocarle la mano, cantar, bailar, sea de donde sea y sea quien sea. Al fin y al cabo, es igual que tú.Contra las diferencias, la seguridad de que en la Iglesia cabemos todos, todos. Contra las violencias, una mirada iluminada con la luz del Señor. Contra la polarización, el salir a ser hogar, el vivir en el lado tierno de la vida.
A nivel personal ha sido una experiencia de valentía. De admirar a María, por levantarse, por amar.
¿De dónde me tengo que levantar? ¿Por qué no lo hago? ¿Lo hago solo cuando la comodidad de mi rutina me lo permite?
Como el Obispo de Calahorra y la Calzada-Logroño Mons. Montoya compartió con nosotros, existen tantas realidades que claman: “Ven, atiéndeme” por las que debemos hacernos sensibles y levantarnos. María mantiene la mirada, no mira hacia otro lado y le pide ayuda a Jesús (“No tienen vino”). Ella se deja atraer por el rostro del otro, no tiene miedo.Ahora toca ser valiente, no olvidar lo vivido, no olvidar nuestras raíces, esas que cumplen 138 años y llevar una alegría misionera. Y si nos caemos, ya sabéis, nos levantamos.
“Procurad ser fieles a lo que con vosotros han hecho”. #MarceloSpínolaSantidad
Gabriela Peña González
Alumna del Real colegio Ntra. Sra. de Loreto Madrid
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