Jóvenes Spínola desde Ceuta, donde la muerte está tan presente: “Ha sido una experiencia de celebración de la vida”
Para ser “Prójimamente más humanos”, como invitaba el objetivo del curso pasado, es necesario abrir la mirada a otras realidades; comprender el mundo, ensanchar la vida y no desentendernos de nadie. Todo esto es lo que han podido vivir Marta, Luz y Gimena, que se embarcaron en la experiencia del servicio en Ceuta del verano Spínola. Sus palabras en este testimonio nos evocan lo mejor que tiene nuestra especie: el cuidado, la cooperación, el servicio.
Hay experiencias que traspasan la línea y se convierten en vivencias. Conocer Ceuta con la Asociación Elín es una de ellas. Llegamos a la ciudad a media mañana sin tener muy claro qué íbamos a hacer, qué podíamos aportar y cómo nos íbamos a organizar, sabíamos que Luz habla algo de árabe, Gimena se podría defender con el francés y Marta llevaba juegos.
Nos recibían Paula, Cande, Ramses y Adelatif en el local que tiene cedido la Asociación Elín. Decorado con fotos, con letras grandes donde se leía BOZA y África vive, cartulinas con la palabra dignidad en varias lenguas, un mapa de África y un corcho de un oasis. Eso quiere ser Elin, un oasis para todas las personas. No tardamos en darnos cuenta que todo aquello era más importante que las lenguas que hablábamos, los juegos que llevábamos o las clases de español, era un espacio en el que todas las personas se sentían reconocidas y cuidadas.
Allí llegan las personas que acaban de cruzar a España, a Ceuta, saltando la valla o por el mar, quienes llevan años poniendo su vida en riesgo, quienes han visto vulnerados sus derechos y quienes tienen tanto que compartir. ¿Y nosotras? Nosotras fuimos unas privilegiadas por conocerles, por crear lazos y redes tan iguales y tan diferentes, iguales como celebrar compartiendo comida y diferentes como su asida y nuestra ensalada campera.
Todas las mañanas teníamos formación antirracista con el equipo de Elin, visitábamos algún lugar de la ciudad de Ceuta y volvíamos para profundizar y compartir, a veces es necesario ver y pensar para construir desde ahí. Por las tardes teníamos clases de español desde niveles de alfabetización hasta conversación y después alguna actividad, jardinería, salida a la playa o al centro de la ciudad.
Hemos compartido historias, risas y planes de futuro con personas de Burkina Faso, Yemen, Mali, Guinea Conakry, Marruecos, Egipto, Senegal, Camerún, Sudán y Níger. Hemos escuchado como condiciona la vida el territorio y sus fronteras y hemos celebrado la vida, porque en una realidad de frontera donde la muerte está tan presente ha sido una experiencia de celebración, de victoria, de escuchar BOZA.
Es difícil contar esos diez días, nosotras preferimos un café sin prisa dónde empezar diciendo quién eres y de dónde eres.
Así vivieron la experiencia de servicio en Ceuta:
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