Hacia un nuevo modelo de escuela: Construimos lugares de transformación social y bien común, escuelas para la vida
En Fundación Spínola entendemos la educación como un proceso en constante construcción; una casa que se edifica sobre roca firme y se adapta a las realidades del presente. En este sentido, recogemos en un artículo publicado en el número 46 de la revista Religión y Escuela, cómo nuestra institución educativa, que cumple 10 años desde su fundación, se encuentra en plena “Revolución cultural Spínola”. Con una mirada valiente y esperanzada, construimos desde la participación y escucha activa el nuevo modelo de escuela que queremos ser y que el mundo necesita: lugares de transformación social y bien común, escuelas para la vida.
En el artículo que recogemos a continuación, escrito por Cristina Burguillos, responsable del ámbito Pedagógico-Pastoral de nuestra fundación, se nos invita a reflexionar sobre cómo el currículo escolar puede ser expresión de nuestra identidad como escuela católica, al tiempo que responde a los profundos cambios sociales, culturales y medioambientales que vivimos. Recogemos el texto íntegro:
La revolución cultural Spínola
Desde Fundación Spínola podemos decir que estamos “en obras”, siendo casa y construyéndola a la vez (Mt 7,24-27). Conectados con la realidad actual, movidos por los profundos cambios sociales, culturales y medioambientales e impulsados por las llamadas que sentimos como Iglesia, nos preguntamos qué respuesta educativa ofrecer.
El idioma de la escuela es la cultura, nuestro lenguaje el currículo. Es en cómo nos relacionamos y en qué, cómo y para qué aprendemos donde la escuela encuentra su sentido. ¿Qué relación tiene entonces el currículo con nuestra identidad como escuela católica? ¿Cómo ponerlos en diálogo para que sea significativo en la vida de nuestro alumnado? Nuestra identidad es también curricular cuando encarnamos el derecho a la cultura protegiendo la sabiduría, es decir, aportamos un saber humano y que humaniza.
La teología, en el centro
Tenemos un marco curricular en la LOMLOE que está pidiendo a la escuela que movilice toda su capacidad transformadora para desembocar como sabemos, en el perfil de salida, una definición de cómo entender al ser humano. Desde la visión cristiana es compatible, pero ¿qué nos dice este perfil si habla desde nuestra identidad? Afirma que todo ser humano tiene dignidad, vocación y misión, nos da claves para integrarnos como cristianos en la sociedad y para transformar la realidad que nos toque vivir.
Para lograr este enfoque, la teología debe ocupar un lugar central. Inspirada en la idea de Benedicto XVI de una “razón abierta y fe iluminada”, proponemos una teología viva que beba de la Biblia, la doctrina social de la Iglesia y los acontecimientos actuales. Debe iluminar y orientar el currículo, dándole una profundidad nueva.
¿Cómo hacer operativa esta fuente curricular? Siguiendo la lógica del enfoque competencial, el currículo nos ofrece los núcleos teológicos que necesitamos. Se trata de que nuestro alumnado pueda leer su vida desde estas claves: hijo de Dios, hermano de todos, reconociéndose interioridad habitada y responsable de crear una cultura en la que poder vivir los valores del reino de Dios.
Ensanchar el espacio de la cultura
Apostamos por un itinerario formativo en teología curricular que ayude a todas las materias a proyectar la visión cristiana con planteamientos como estos. ¿Y si el hilo conductor de la educación física es la aceptación del propio cuerpo? ¿Qué pasaría si nos hacemos preguntas sobre Dios a través de la belleza creativa, la historia del arte, la producción musical?
Queremos dar también un paso más desde el enfoque de la transdisciplinariedad que nos permite trabajar núcleos teológicos desde varias materias de forma simultánea (Cristus vivit 222). El planteamiento es doble: por un lado, vamos construyendo nuevas aportaciones al perfil de salida para hacerlo nuestro y, por otro, llevamos estas propuestas a los alumnos a través de situaciones de aprendizaje y procesos de práctica reflexiva que nos permiten aprender como educadores.
Estamos de obras. Vamos paso a paso, desde la escucha y la participación real. Construyendo la casa sobre roca (Mt 7,24-27), el mejor cimiento de un nuevo modelo de escuela encarnada en el momento y contexto actual, escuela para la vida, escuela espacio de libertad y seguridad, escuela que comparte y transmite la experiencia de Dios, escuela lugar de transformación social y bien común.
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