Así empezó todo y así soñamos continuar este proyecto
La reunión del Equipo de Dirección de la Fundación para cerrar este curso ha tenido un “sabor especial”. Así lo expresa Pablo Herrera, director del colegio Sagrado Corazón de Ronda, quien vivió esta convocatoria los días 22 y 23 de mayo en Coria. A través de sus palabras recogemos unas jornadas de trabajo y convivencia que nos hablan de identidad, de formas de hacer y de sueños.
Como niño ilusionado por la excursión que sus profesores han programado para este curso, preparaba una mochila dispuesto a participar de la Reunión de Directores Generales y Equipo de Titularidad que, casi a modo de ritual consolidado, celebramos cada tercer trimestre del curso.
Ciertamente no tengo perspectiva de muchos años, ni falta que me hacía, para percibir que la convocatoria de este año tenía un sabor especial. Nos citaban para encontrarnos en Coria, pequeño pueblo extremeño del que tantos me habían hablado, del que tanto he leído y que yo, a la fecha, no tenía oportunidad de conocer. Y cita especial porque el encuentro, hasta el momento limitado a los compañeros directores generales de cada colegio y del equipo de titularidad, se ampliaba en esta ocasión a las personas que forman el patronato de nuestra Fundación Spínola.
No puedo negarlo; mis expectativas respecto al encuentro eran altas, tanto como el sentimiento agradecido de poder vivir la oportunidad de pisar sobre el mismo suelo que Marcelo y Celia, nuestros fundadores.
Un mismo idioma carismático: sencillez y cercanía
Y allí nos encontramos, quebrando la rutina diaria de cualquier miércoles, para conectarnos y compartir como gran equipo de dirección de nuestra institución, en sus distintos roles. Caras conocidas de compañeros a los que tanto aprecio y que de forma inconsciente me llenan de energía cuando comparto con ellos espacios y vivencias. Otros menos conocidos hasta este momento, aunque como miembros de una misma familia conectamos y hablamos el mismo idioma carismático que hace que te sientas en casa. Recuerdo ahora esa frase de Marcelo Spínola “La humildad es el arte de convertir en amigos a todos los seres con quienes tratamos”. Esta forma sencilla y cercana de relación que compartimos y que hace que en pocos minutos pareciera que nos conocemos de toda la vida.
¡Y tan en casa! Todo Coria huele a Spínola; el obispo 108, el hombre bueno. De él nos habla la misma ciudad, Coria, sus piedras y calles y sus monumentos. Lo hacen apoyado en la voz de dos religiosas; Sandra Sánchez, adc, que con calidez y un orgullo cauriense desbordante pone voz a la piedra que tras siglos permanece impasible al paso del tiempo. Y Maria Isabel Macarro, adc, a la que reconocemos como directora “decana” no tanto por su edad (que también) sino por su capacidad de transmitir la pasión de la historia y la sabiduría de la experiencia con el lenguaje de hoy.
Ambas religiosas, Esclavas, que nos engancharon favoreciéndose de la evidente belleza estética de este pueblito y del cariño y admiración que todos los compañeros les tenemos. Sus voces prestadas nos trasladaron bastantes años atrás haciéndonos revivir el momento constituyente de nuestra misión. Aquella primera comunidad de Esclavas, vocacionadas en la educación y en salida que en poco tiempo sienten el cariño y calor de todo un pueblo. Marcelo, el hombre bueno, que quizá con más preguntas que certezas recorre aquellas callejuelas confiado en Dios.
Soñamos como familia sobre los retos educativos de hoy
En espacio seguro se convierte la pequeña ermita de San Benito. Es lugar de encuentros para soñar, con estructura humilde y pocos lujos; pareciera que la arquitectura de aquella casita no quiere restar protagonismo a lo importante de lo allí acontecido. Junto a un pozo, bajo una parra a la que corona una galería con balconada luminosa. Allí estuvieron Marcelo y Celia; y allí estábamos ahora nosotros, más de un siglo después. Qué duda cabe que los tiempos no son los mismos pero la búsqueda de sentido, de respuestas a la sociedad, de proyectos intuidos, de inquietudes… sigue allí más vivo que nunca.
Me imagino a Marcelo, el hombre de imagen aparentemente frágil pero que permanece, animando a su comunidad de religiosas y orientándolas en la tarea desde una inspiración que nace del más profundo amor a Jesucristo. Así de forma sencilla también pudimos celebrarlo como equipo de dirección hoy. Trayendo tanto bueno que se nos ha regalado y agradeciendo allí, donde nació todo, la entrega y vocación diaria de cada uno de los educadores de nuestros centros. Ellos sostienen con su hacer diario el sueño de los fundadores y que pasa por “formar el corazón de la persona”. A todos los tuvimos presentes con un aplauso y palabras emocionadas en modo de agradecimiento por la entrega diaria.
Dos días de sabernos y gustarnos como familia soñando sobre los retos educativos y sociales que tenemos por delante. Y no dejo de fantasear con la ilusión de que, dentro de 100 años alguien lea estas letras y recuerde a un grupo de personas que dirigían entonces la vida del sueño de Marcelo y Celia y que, aunque ya no están, han generado un legado de Fe y aprendizaje. Y haciéndose nuevas preguntas, buscando nuevas luces para seguir acompañando la realidad de los tiempos, sigan soñando junto a este pozo, esta parra y esta galería. Pues nosotros somos temporales, pero el origen enraizado en Dios, permanece. Gracias a cada uno de los que habéis hecho posible este encuentro, aquí, donde empezó todo.
Pablo Herrera, Director del colegio Sagrado Corazón de Ronda
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