Ser respuesta de Dios
Si queremos ser respuesta de Dios en el mundo actual, deberíamos recordar que, en feliz expresión del teólogo E. Schillebeekx, Dios es, sobre todo, el “Antimal” y que, por eso, Jesús, según otro importante teólogo -D. Bonhoeffer-, fue el “ser para los demás”. Ambas expresiones definen muy bien que es ser respuesta de Dios.
Son muchas las personas que han expresado esta convicción de que nosotros somos la respuesta de Dios a los desafíos de nuestro mundo. Así, Pedro Arrupe, que fue superior general de los jesuitas decía “No me resigno a que, cuando yo muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido”. Y Robert Baden Powell, el fundador del movimiento Scout en lo que se conoce como “su último mensaje” señalaba en la misma línea:
“He tenido una vida muy dichosa, y deseo que todos ustedes tengan también vidas muy dichosas. Estoy convencido de que Dios nos ha puesto en este mundo maravilloso para que seamos felices y gocemos de la vida. Pero la felicidad no proviene simplemente de la riqueza, ni de tener éxito en la carrera, ni dándose uno gusto a sí mismo. Un paso hacia la felicidad es hacerse uno sano y fuerte cuando niño, para poder ser útil y así poder gozar de la vida cuando se es hombre.
El estudio de la naturaleza les enseñará cómo Dios ha llenado de cosas bellas y maravillosas este mundo para que lo puedan gozar. Estén satisfechos con lo que les haya tocado y saquen de ello el mejor partido que puedan. Vean siempre el lado bueno de las cosas y no el malo.
Pero la verdadera manera de obtener la felicidad es haciendo felices a los demás. Traten de dejar este mundo en mejores condiciones de como lo encontraron; de esta manera, cuando les llegue la hora de morir, podrán hacerlo felices porque, por lo menos, no perdieron el tiempo e hicieron cuanto
les fue posible por hacer el bien.”
Ser respuesta de Dios implica una gran responsabilidad, pero, al mismo tiempo, una liberación porque descubrimos que somos medio e instrumento de una fuerza mayor. No tenemos que cargar con todo el peso de cambiar el mundo. Dios nos solo nos envía e inspira nuestra vida, sino que la llena de su amor y de su fuerza para que pueda llegar a otros a través nuestro. El propio Jesús sabía que su amor procedía de otra fuente: “Como el Padre me amó, yo os he amado” (Jn 15: 9). Por eso ser respuesta de Dios no consiste en esforzarse mucho, sino en escucharle y estar dispuestos a dejarnos llevar por su Espíritu.
Con esta publicación terminan las reflexiones de Pedro Gómez sobre nuestro Objetivo y lema del curso.
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